viernes, 21 de septiembre de 2012

Tres puertas


Celebraré el estío del lado rompiente de tus olas.
La caída de la noche en los atardeceres por donde tu boca se cierra al girar la puerta.
Las cadenas que susurran un "vámonos" tardío arrastran lamentos con las rocas.
Por el orgullo y sacrificio que al pastar los veranos y su calor, mirando de pies hacia pies sin bailar la salsa del son de la vida. Escupo. Escupo a la risa y al cantar. Llamo a la tragedia a su puerta y con el tintineo de su mirar, esplendorosa ella me atrapa diciéndome que me quiere. Pero ni el querer de saberes creo yo, sino de creer supiera que sus ajadas manos por las cuales me toca.
Y nos hemos muerto y nos da igual.
En la chatarra maloliente queda el insignificante ruido, que mientras acaece con los días y se devanece con las horas...
básicamente un portal donde no poder entrar, si me preguntan donde van mis ojos, mis ojos van allá donde llegue el mar. Ni más.

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