sábado, 29 de septiembre de 2012

Te busco para darte toda la razón que antes no entendía.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Querido (no) lector:


Si es que no lo has hecho ya
atravesar mis líneas escritas con tus ojos
recorrer estas palabras sin encontrarle sentidoAlineación al centro
Ni tampoco interesarte.

Ya me da igual el olvido
tus ojos, tu voz, tus manos...
lo que hayamos dicho
o intentado especificar.

También me dan igual tu mentira
guardada en tu puerta de recuerdos
la cual me arrepiento de abrir.

Mejor que te quedaras dentro
y que no me dejaras entrar.

Ya no tienes nada que demostrarme ni me importa
para mí no ha sido más que un tiempo malgastado
tendiendo mi mano para nada
doliéndome cada una de tus palabras.

Y ahora, que ya eres un número más en mi vida
una lista negra a la que no debo volver a mirar
lo único que me queda es decirte:
jamás debí abrirme a tí
jamás debí darte tantas oportunidades
ni tampoco debí intentar ayudarte.

Ya que no estás
puedo decirte:
Aprende a nadar en tu vida.

Lateralus


Como el eco que intenta resonar cada vez más y no lo consigue
como la única manera que tiene la vida de decirte que está ahí
apago el entendimiento, lo hago mío
y el silencio no dejará huellas que reboten en ningún obstáculo.

Harto de buscar sin encontrar fuera
una gran lente que amplía mis adentros
los limpia de costras externas
de absurdez absoluta que tanto impera.

Sin voz, que no necesito decir ya nada
porque nada entiende este mundo de no saber
y apresurarse antes de la muerte
de rellenar huecos obligados a rebosar.

¿Y quién entiende a un tipo tan complicado...?

La marea



El despertar de cada mañana se hacía intenso, frío... en sus manos cabía el miedo, en los ojos la duda y en las pupilas lo poco que le quedaba ya de sueño.
La piel seca al sol y el olor propio de la arena. El mar había transportado en su seno el cuerpo desnudo de aquel que llevaba ya demasiado tiempo vagando, perdido en alta mar.
La voz apagada y el sabor a sed en la lengua... aun así quedaba el sentimiento de haber ganado algo, siempre a contracorriente.
Tempestades y aguaceros sucumbieron sus espaldas, pero no hay mejor manera de vencerlas que con tus manos, con el sentir del latir un corazón cada vez menos ajeno a su cuerpo, quizás se convertía en algo más cercano y más certero... pero aún dolia la cabeza de las intensas jornadas que la mar le había hecho pasar.
No osbtante, ya no sentía miedo entre las pestañas... le había vuelto a ganar otra contrapartida a la vida y había conseguido hacerse en ella un pequeño hueco, en los ojos melodiosos de un alma impaciente, que sin duda alguna vagaba de igual manera por las tierras de este oscuro acantilado donde estallaba la marea.
Sus pies que poco a poco descansaban en la arena, con un andar profundo, como de otro mundo, haciéndose casi uno con las conchas que el agua había ido depositando.
Rasgaban las piedras y casi se hacía de noche... pero ¡qué demonios! era la noche más bella que jamás había visto: el cielo estrellado y los pies en tierra. Me había agarrado sin querer a sus tobillos y tendiéndome la mano tiraba de mí como nadie jamás pudo hacer. Le miré a la cara, me mostró una sonrisa y sin mediar palabra se la devolví.
Desde entonces, pues, suyos son mis labios y mi piel.
No se si tenía alas pero me pareció ser un ángel, que me había sacado desde la mismísima nada sin pedir nada a cambio... quizás una sonrisa, o todas las que me quedaban.
Y se me olvidó quién yo era, desde ese preciso momento y sentí volver a nacer.

El vendaval


Cortar estas ramas
es como cortar parte de mí.
No se quien coño se dedica
a soplar cada vez con más fuerza.

Tiempo perdido



Al comparar el ahora con el antes
me doy cuenta de que he perdido el tiempo intentando comprender lógicas absurdas.
Intentando cerrar los ojos a sabiendas de que al mirar ya no vería nada, además de excusas baratas que ni en cualquier "todo a cien".
Y yo, tonto iluso que piensa que todo lo que viene es cierto y real.
Echando la mirada atrás me doy cuenta de que he desperdiciando la mitad de mis horas mirándome mal, con unas gafas oscuras que no dejan verme en condiciones.
Y cada vez con más asco pienso en cada segundo, cada noche y cada sueño tras la misma idea una y otra vez...
¿porqué nos empecinamos siempre en la idea que sabemos que más nos hará daño?
Pero cada vez con más claridad veo que mi tiempo es oro, que mis momentos son únicos y mios y tan solo dedicaré a hacer el rompecabezas de lo que crea que tiene solución.
Ya no soy altruista, ya no pienso ser Pepito grillo.
Y yo que estuve harta de silvar una y otra vez y Pepito no aparecía...
Fumo, me consumo, pienso: ¡Qué absurdo!, me doy la vuelta con mi cara de asco y me voy.
ME VOY!

La pérdida de su fe


Como un borrador que sobre su piel descansa, la blancura del desprender de su tez deslumbraba sus ojos, las manos pintadas de restos de acuarelas y pegamento, la sonrisa pícara y torcida de sus labios que decían sin palabras que algo estaba pasando muy adentro de su boca, la mirada que esquivaba las pupilas y que observadora descansaba en cada momento, poniendo en pausa el tiempo y acelerándolo a su antojo.
Su rostro juvenil y su cabello enmarañado, triste y apagado, que auguraba pasados brillantes pero que ya se habían desvanecido.
El sonar de su voz en sus tímpanos, ese tono agradable con tan solo decir ¡hola!, que transportaba sentimientos de un lado a otro de la tierra, de países lejanos a zonas desconocidas e inhabitables.
Ese era su sentimiento, su alegría, su amuleto, su casi dios.
Y cuando la pena invadió su lucha, cuando ya no habían ni palabras ni gestos, ni esquívos en las miradas ni colores ni hechos, como aquel que le destierran de su patria más amada, se sintió descastado, solo, abandonado...
que los ojos no den crédito cuando la espera se vuelve eterna y ves pasar segundo tras segundo cómo delante de tí caminan personas sin tan si quiera mostrarles una mirada de aceptación.
Porque el dios, que no es más que la proyección de todos nuestros deseos y energías hacia un ente abstracto por medio de la fe, nos quita nuestro mérito de ser nosotros mismos los que consigamos los propósitos.
Nosotros creamos a Dios, creamos a nuestro amuleto y que una vez perdida su fuerza, el Dios no es nada ni está en el cielo, ni el amuleto es mágico: es tan solo un objeto cualquiera al que en algún momento le hemos otorgado un valor que era nuestro.
Pierdes la fe, caes en tierra y en tierra no existen Dioses ni amuletos que salven: solo tú y tú mismo.
Alguna vez recuerda algún simple hecho que le haya devuelto la sonrisa o que le haya iluminado los ojos, pero ya no tiene sentido seguir con ese objeto inservible sin fe: es como tener una piedra por querer peso encima, no por su valor... y cuando las cosas empiezan a dejar de tener ese valor que le damos, es obvio que ya no valen nada, ni si quiera valen la pena.

Somebody someone...


Odiar todo aquello de los demás de lo que uno escasea.

Up is down



Todo es más fácil de lo que crees.
Una idea puede cambiar tu vida,
puede darle forma entorno a ella,
puede condicionarte sin saberlo...

Agárrate a la cuerda
tira bien de ella
y dale la vuelta a la montaña.

Entonces, y solo entonces
podrás decir que si te caes de la cima
la cima va contigo.


Encadenados



Y al despertar
en cada movimiento,
tus ojos,
en cada palabra,
tu sonrisa
en cada significado: tú.

:
el aire que ansía mis pulmones
la necesidad de mis manos al tocar.

Tocar parte de la vida que jamás conocí
donde terminan mis ganas de ser
y empiezan tus palabras.

Desde entonces susurro en las noches
y con una mano desde este vacío me agarra...
y no poder percibir los días
si me falta tu aire, tus ganas

Porque cada segundo pesa
si pienso
que no eres parte de mí.

Y poder atravesar con un beso,
con un abrazo
con un sentimiento
el cuerpo y la mente.

De tí...

Azul y psicodelia...


Por los que nos perdemos sin buscar
los que miramos sin abrir los ojos...
por los que hablamos siendo mudos...

Por lo que nadie dice y todos entienden
por el sabor molesto de dolor en la boca
por la tempestad y la calma
por serlo todo y a la vez nada.

Por los que morimos y volvermos
por los que corremos
por los que respiramos sin aire
y nos ahogamos sin agua.

Por lo que somos
ahora y luego no seremos
por nosotros, por ellos...

¿Por qué?

Morir en tiempos modernos

Sonaba el despertador en el 323 de Madison Avenue. Las últimas farolas de la calle se iban apagando lentamente. Aún no había cambiado el horario de verano y la avenida se encontraba vacía y húmeda a estas horas de la madrugada.
Harry apagó el despertador a tientas con la mano izquierda, el cual cayó precipitadamente desde la mesilla de noche al suelo, haciéndose añicos en el momento. Poco a poco fue despabilando a su cuerpo, obligándole a salir del calor de entre las sábanas, alargó de nuevo su mano y encendió la luz.
Mientras sus ojos se hacían con la luz del cuarto y sus pupilas poco a poco se iban contrayendo el primer pensamiento de la mañana cruzaba su mente: "Soy un chico con suerte".
Tenia 24 años, había terminado recientemente la carrera universitaria de periodista. En sus notas podría verse como el esfuerzo de año tras año encerrado en su habitación habían dado sus frutos y, aunque no era el primero de su promoción, no estaba muy lejos del principio de la lista.
Había conseguido una de las mejores notas, eso era indudable y Harry se sentía satisfecho. Consiguió algún trabajo como fotógrafo de pequeños eventos en un pequeño periódico gratuito de la ciudad y, con lo poco que llegó a reunir decidió mudarse a ésta.
Y así era: hoy era el primer día de su vida. Además había conseguido un trabajo más importante en una agencia, la cual se movía tanto para periódico como para televisión.
Hoy era un día importante, un día grande, un dia de esos en los que dices: "me siento vivo y ya se por qué".

Recuerdos de un naufragio


Y sonaron tormentas cuando al fin la costa estaba en calma.
Llovía.
Tronaba.
El mar nos partió en dos.
Nos perdimos.
Yo morí y tú te quedaste con todo.
Y con el tiempo amainó la tempestad...
Yo, barco que no sabe de navegar sin navegante
dejé mis restos rotos en la profundidad de las aguas
que poco a poco el mar escupía en sus orillas.
Tropezaste con mis rotas maderas
esputabas palabras de asco sobre ellas
y paseaste sobre la arena
con una mirada de desdén.

Peonzas de vidas



Parecen peonzas
todas esas vidas desgastadas
sin ilusiones, con vanos recuerdos del ayer.

Parecen vacíos barrancos
que se tiran a la nada
y de la nada respiran.

Y muertos vivientes, también son
que queman los entredichos
entre palabras.

No son nada, no.
Almas en pena. Peonzas sin gravedad.
Aunque más gravedad es la pena
de no ser nada ni reconocer serlo.

Ni estabas ni estarás


Crecerá el vacío de su desierto
que continuamente anochece
con los ojos puestos en el infinito
y el baile de sus músculos.

Perder el tiempo
sin un porqué de su angustia
si alguna vez tuviera.

Y que paso hacia delante asoma
sobre otro mal puesto por detrás...

Andar andando,
mordisqueando sus labios
y riendo con su vacío,
vacío que no entiende ni hace de entender.

Le gusta escuchar de otros
para llenar su existencia.

Sus motivos llenos de tonterías y parsimonias
del "debe hacerse". Nada más.

Y una que harta de explicar
los labios resecan las palabras,
gira la cabeza, no dice adiós
y una vez más, la señora, se va.

Tres puertas


Celebraré el estío del lado rompiente de tus olas.
La caída de la noche en los atardeceres por donde tu boca se cierra al girar la puerta.
Las cadenas que susurran un "vámonos" tardío arrastran lamentos con las rocas.
Por el orgullo y sacrificio que al pastar los veranos y su calor, mirando de pies hacia pies sin bailar la salsa del son de la vida. Escupo. Escupo a la risa y al cantar. Llamo a la tragedia a su puerta y con el tintineo de su mirar, esplendorosa ella me atrapa diciéndome que me quiere. Pero ni el querer de saberes creo yo, sino de creer supiera que sus ajadas manos por las cuales me toca.
Y nos hemos muerto y nos da igual.
En la chatarra maloliente queda el insignificante ruido, que mientras acaece con los días y se devanece con las horas...
básicamente un portal donde no poder entrar, si me preguntan donde van mis ojos, mis ojos van allá donde llegue el mar. Ni más.

He borrado

He borrado el sendero 
donde los caminos se juntaron,
 las piedras en la arena, el sol, el viento,
 el mar.

He borrado el otoño
mientras el arbolito no crecía
y las ojas yacían
sin hacer ruido al pasar.

He borrado los ojos
con los que mirabas al vacío
el tiento de mis palabras
los susurros... las idas y venidas.

He quemado tus recuerdos
con un hilo de silencio
con un halo de crudeza
y una pizca de nada más.

He sentido la nada,
con el dedo apuntando a mi almohada
viendo que no estaba
que nunca ha estado ni estará.

Y como un fantasma
alza el vuelo en su flotar
se deshace la primavera
el verano, el sol
que poco a poco dejó de existir.

Y con un dedo, sin apretar
he borrado lo que no tenía huella
de esa que cicatriza con el tiempo
y amarga al dejarse pasar.

Pasa el tiempo, el sol, las olas
las horas, y de nuevo el tiempo
que ya no es viernes
ni nada nuevo.

Y se desvanece la sonrisa vacía
de una mente sin recuerdos.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Paracaídas


Y que me dijeran a mi, que los pies servían para andar, dándoles igual el camino, sin encontrar el sentido ni las riendas de este par. Que tengo una guitarra que no se tocar, un cielo cubierto, un sol que no alumbra, las sábanas vacías y 300 metros cuadrados de mi, con y sin paracaídas hacia este lago sin sal.
Y lo he dicho mil veces, que no hay destino sin sendero, aunque el aguacero te lleve a las olas, que no hay puerta que no se abra ni ventana que no esté abierta.
Quizás una almohada para el golpe, no se, el viento aligera los momentos, se los lleva como suyos y los hace eternos, en menos de un segundo. Y en un segundo entero pasa tu vida y la mia agarrados de los mofletes como niños, llorando por los pañales mojados, por lo que se lleva la vida cuando te conviertes en inhumano.