miércoles, 30 de marzo de 2011

Movimiento


El movimiento inverso de la ausencia
el cual provoca huecos en el aire que deja
destroza las cavidades del pensamiento
amodorra los sentidos
e indemnes los ojos
de cuyos árboles ya no quieren ver
quita toda saciedad del deseo
de su magia dividida en átomos
que ligeramente vapulea el camino.

Y con susurros de otros gritos
que ya ni necesitan de ese vacío
que a mayor el tiempo que provoca
su ausencia, su instancia rota
el comprendimiento de muchos nadas
se hace lejano
cual eco entre montañas a viva voz.

Y entonces, desearía
que ni huecos ni las nadas
que recorren mi pensamiento día a día
traspasaran el cuerpo de pasado a presente.
Pero no es mi lucha, ya no hoy,
ya no ésta ni ahora.

Entonces, pues, mueren los pensamientos en el mañana
y en el mañana dejan de ser ayer.

lunes, 14 de marzo de 2011

El encanto de la imperfección.

Acostumbrarse a una cara, unos gestos, una mirada, un olor...
una forma de ser y de percibir la vida, una voz y una forma de hablar.
Quizás pensaba que no volvería a pasar: concebir los momentos como compartidos desde las risas al llanto, pasando por esos minutos de silencio pensando en todo y a la vez en nada.
Que casi no hagan falta palabras y que una mirada sea capaz de decirse mucho más de lo que cuentan las palabras.
Y lo más curioso: de cómo una vida que hacía poco ni sabías de su existencia se convierta por casualidad en parte de la tuya.
Hay gente que desiste en creer que estas cosas existen: el saber perfectamente sin ninguna clase de duda que todo sentimiento es respondido, sin cláusulas ni firmas que digan que es cierto y que puede darse este tipo de casos.
Yo no soy perfecta, ni nadie lo es: ni el más guapo, ni el más listo ni el más fuerte halla en su totalidad la perfección, y creo, a mi parecer, que eso es exactamente lo que nos hace "perfectos", lo que todo el mundo cree como un defecto y que nadie sabe ver como una virtud.
Todo el mundo se empeña en cambiar a todo el mundo, hasta que uno empieza a creer que debe cambiarse a sí mismo. Y me pregunto: ¿realmente queremos a alguien a quién queremos cambiar, a quién queremos otorgarle una perfección que ni tan siquiera nosotros mismos tenemos?
No. No somos perfectos ni me importa, no somos reyes, ni príncipes ni princesas. Yo en mi vida no quiero cuentos de hadas que no conducen a ningun lado: yo solo quiero acostumbrarme a que una sonrisa sea capaz de darme la ilusión que me falta, que una mirada sea capaz de entender lo que estoy pensando, que en las noches me falte el sueño si me falta su presencia y que su forma de percibir la vida cambie poco a poco la perspectiva de la mía.
Y no se ni hasta dónde ni hasta cuando, solo se que es HOY y hoy "somos".
"Somos" y punto.

viernes, 11 de marzo de 2011

Aparentemente, de vez en cuando los adultos se toman el tiempo de sentarse a contemplar el desastre de sus vidas. Entonces se lamentan sin comprender y, como moscas que chocan una y otravez contra el mismo cristal, se inquietan, sufren, se consumen, se afligen y se interrogan sobre el engranaje que los ha conducido allí donde no querían ir. Los más inteligentes llegan incluso a hacer de ello una religión: ¡ah, la despreciable vacuidad de la existencia burguesa! Hay cínicos de esta índole que comnparten mesa con papá: "¿Qué ha sido de nuestros sueños de juventud?", pregunta con aire desencantado y satisfecho. "Se ha desvanecido, y cuán perra es la vida...". Odio esa falsa lucidez de la edad madura. La verdad es que son como todos los demás: chiquillos que no entienden qué les ha ocurrido y que van de duros cuando en realidad tienen ganas de llorar.
Sin embargo, es fácil de comprender. El problema está en que los hijos se creen lo que dicen los adultos y, una vez adultos a su vez, se vengan engañando a sus propios hijos. "La vida tiene un sentido que los adultos conocen" es la mentira universal que todos creen por obligación. Cuando, una vez adulto, uno comprende que no escierto, ya es demasiado tarde. El misterio permanece intacto, pero hace tiempo que se ha malgastado en actividades estúpidas toda la energía posible. Ya no le queda a uno más que anestesiarse como puede tratando de enmascarar el hecho de que no le encuentra ningúnj sentido a la vida, y engaña a sus propios hijos para intentar convencerse mejor a sí mismo.
De entre todas las personas que frecuenta mi familia, todas han seguido el mismo camino: una juventud dedicada a tratar de rentabilizar la propia inteligencia, a exprimir como un limón el filón de sus estudios y a asegurarse una posición de élite: luego toda una vida dedicada a preguntarse con estupefación por qué tales esperanzas han dado como fruto una existencia tan vana. La gente cree ansiar y perseguir estrellas, pero terminan como peces de colores en una pecera. Me pregunto si no sería más sencillo enseñarles a los niños desde el principio que la vida es absurda. Ello le robaría algunos buenos momentos a la infancia, pero permitiría que el adulto ganara un tiempo considerable (por no hablar de que uno se ahorraría al menos un trauma: el de la pecera).

domingo, 6 de marzo de 2011

Despertando


Le llaman "El dulce despertar"
cuando acontecen pesadillas en los sueños,
porque el sabor de la mañana,
la luz en la vantana
y el olor a rocío
muestran que todo ha sido solo y únicamente
una mala pasada.

Pues dejadme, amigos míos, que os diga
que este despertar es amargo
como una naranja podrida
cuando ni muertos, ni medio vivos
ni situaciones imposibles y figuras inverosímiles
son existentes a la hora de abrir los ojos.

A veces, prefiero correr sin moverme
y gritar sin emitir sonido
que abrir los ojos y ver
que no hay más ley que la impuesta
y no hay más realidad que la única.

Malos días, señores.

viernes, 4 de marzo de 2011

De mirar atrás


Desapareció
como desaparece una mota de polvo llevada por el viento
luego le trajo la angustia
le dejó el recuerdo
y finalmente le mató el silencio