miércoles, 24 de octubre de 2012

Ya no queda nada.



Una vez que lo entiendes, que lo sabes, que ya no te preocupa y te resulta indiferente. Una vez que te das cuenta que el doler no merece la pena, ni la pena si quiera por algo que ha debido pasar y no ha pasado, cuando ves que ya no hay llantos, ni lágrimas ni tristezas, ni compasión ni queda nada, lo único que queda es la absoluta indiferencia de un "me da igual" muy grande. Esto es así, así es la vida y así se lo hemos contado. Las relaciones terminan, no todo el mundo es compatible, no todo el mundo sabe estar con otro mundo. Somos indispensables de nuestras vidas, nos movemos con nosotros y buscamos al amor corriendo para que nos ayude a pasar esta triste vida.
No echo de menos nada.
Ya no hay nada que echar de menos.
No te quiero.
No te amo.
No me gustas.
Eres solo alguien que ha pasado por mi vida en un momento determinado y ya no duele recordarlo.
Te has ido y yo también lo he hecho. Solo queda caminar por caminos distintos, nos hemos cruzado en nuestro gran vagón de la vida y cada uno ha caído en su parada y ha proseguido su viaje. No somos nada el uno para el otro. Una vez más alguien cae en ese gran pozo de la indiferencia, una vez más alguien no va a salir de allí, una vez más comienzo mis andadas y tu las tuyas. No hay dos ni uno. No hay nadie en esta casa que se construyó. Ni en estos sueños que alguna vez tuvimos.
No hay un "si hubieras..." todo ha pasado y el viento se lo ha llevado, el fuego tranformándose en humo y en humo, sin cenizas se queda.
Hola buenas tardes, he venido a renovar mi espíritu y mente ¿qué hacemos hoy?

No hay comentarios: