sábado, 6 de octubre de 2012

Tortazo

La mitad del tiempo me la paso pensando en cómo cambia el viento de parecer, de las manos que la rama coge se ausenta, de los ojos que pasean distraídos sin querer ver nada, se molestan.
Te hartas del aire y de su necesidad de respirar, te hartas de ser inhumanamente libre y preso de tus negaciones. Te hartas de tí mismo por haber sido sin haber querido serlo.
Meciendo las manos el oxígeno se eleva, las cuatro plantas de la tormenta se tornan en tu camino y tropiezas y te levantas, tantas veces que solo pareces tropezar.
Y te hartas, te hartas de nuevo del aire, del viento, de las manos, de los ojos distraídos, de las formas, de los sinsentidos, de las carajas, la parra, la edad, el pelo, la boca, el puto recuerdo que no existe.
Te hartas de ser existido, de existir siendo nadie y dándolo todo.
Y mientras la navidad permanente en el polo y el verano en Sudamérica. El tiempo permanece tal y como se va. Y ya no hay, ni minutos ni segundos ni horas.
Has saltado al vacío con la mochila del Mercadona, no te preguntes si muevo la boca e insulto.

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