lunes, 1 de octubre de 2012

La torre de Házar


Siempre quise tocar el sol…
Andar por encima de las nubes…
Mirar a la luna cara a cara
Y hablar con ella mientras anochece
Para ello…mandé a miles de siervos de mi imperio a construir una torre, una torre gigante, el más grande de los edificios construidos hasta ahora…
Mandé a uno de mis dignatarios a llevar el mensaje por todas mis grandiosas tierras para que campesinos y obreros de mala muerte se dirigieran a palacio a la mañana siguiente
Llamé a uno de mis arquitectos, para que en el transcurso de la noche realizara esta maravilla de lugar, lugar que sería recordado toda la eternidad.Pasó la noche y llego el día, yo, dormí tan tranquilamente como siempre, soñando que tocaba el sol y no me quemaba, que con solo alargar mi mano tendría la luna y sería mía…
Sonaron los tambores y el gallo cantó al amanecer, todo estaba dispuesto, me vestí mi bata de los domingos y de festejos, pues aquello a lo que me dispuse a hacer era digno de una gran celebración.Me acerqué al balcón y grité a la muchedumbre que se pusieran a trabajar, yo me adentré de nuevo en mi gran palacio y avisé a voz de pronto a todos aquellos que se hallaban en mi castillo para que se pusieran a trabajar preparando una gran fiesta, por todo lo alto, con oros, uvas y champán, los más ricos manjares y de postre dulces caramelos que sabían a trozos de cielo que se derriten en tu boca.Mandé invitar a caballeros, a altos señores, a sus damas y sus pequeños y grandes chiquillos, todo iba bien, veía como la torre avanzaba desde mi ventana, cubría parte de mis tierras, y me daba igual quedarme sin un poco de trigo durante este año para desayunar, LA torre, MI torre se encontraba en construcción y…si mis cálculos no fallaban, al anochecer ya podría festejar el estreno.
Llegaron en sus blancos y bellos caballos todos aquellos invitados, y comenzamos la celebración, muchísimos buenos manjares y vino, y la mayor sinfónica del país se encontraba tocando sus oberturas para mí, mientras yo me acomodaba en mi poderoso trono…
Al anochecer, mis dignatarios me avisaron de que se encontraba a la mitad, que no daría tiempo de estrenarla en el mismo día y ardí en furias, eché a la muchedumbre del lugar y me dirigí a mi genial obra…
Al pisar la primera piedra, uno de los capataces se acercó a mí y postrándose de rodillas me dijo algo que no podía entender, repetía lo mismo una y otra vez y yo no lograba entender…Me acerqué al obrero más cercano, le pregunté que era lo que pasaba…y éste respondió pero de otra manera y con otra clase de acento, por lo que pude observar, éstos no eran del lugar, y mi ira aumentó cada vez más…
Me paseé por el lugar, maldiciendo a cada uno de mis siervos por haber llamado a otros que no eran puros de las tierras de Házar, de mis tierras, con los más puros hombres, con la mayor fuerza, con la mayor fertilidad de las mujeres, así como guapas, simpáticas, alegres y bellas…todas.
Seguí observando mi grandioso sitio, y aquellos siervos no castos peleaban entre unos y otros, a gritos, pero al parecer cada uno hablaba un dialecto distinto de lo que creí que sería el mismo idioma.Volví a dirigirme a castillo y allí me enfrenté con el encargado arquitecto y con mis mandatarios y mensajeros...Les pregunté qué era lo que pasaba, porqué la torre aún no estaba terminada, porque habían mandado a servir a hombres que no eran de este país cuando mis lugareños eran los mejores y más fuertes hombres de las tierras cercanas y lejanas…Entonces todos me empezaron a explicar y a dar razones…
Mis mensajeros me contaron que habían llamado a todos los cercanos del lugar, a todos los varones vivientes y habitantes de Házar, y entonces no lo entendí..
-¿Cómo es posible, pues, que si son de mi querida y amada Házar, al hablarles su rey no entienden su lenguaje?-
El arquitecto me descubrió la verdad…
-“A mediodía, mientras todos los trabajadores entonaban al unísono la misma canción, hubo un pequeño estupor en la tierra y las nubes cerraron el cielo, de ellas apareció una mano, una mano gigante, blanca, como de lo más alto sagrado, abrió su grandioso puño y de ellas surgieron miles de letras, millones de letras diferentes, sin componer ninguna frase, sin decir nada, solo volaron alrededor de la poderosa obra y los obreros comenzaron a cantar canciones distintas con distintas voces, que sonaban a panal de abeja en puro apogeo, y entonces los mandamos a callar…pero ellos no entendían nuestro lenguaje. Entonces descubrimos que aquella mano que dejó aquellas letras caer y luego, sin decir adiós ni porqué se fue, había corrompido el lenguaje natal de la tierra y cada uno comenzó a hablar por su cuenta como si con ellos no fuera. Intentamos mantener la calma y llevar el mandato adelante, pero fue imposible, faltaban los materiales, los cimientos eran demasiado dudosos y los obreros no podían trabajar, pues al no entenderse entre ellos, no se podían coordinar”-
Yo, pues, abrí los ojos y comencé a reaccionar
-¿cómo es esto?,¡¿Dios nos ha mandado un castigo?!-grité en sollozos-He querido atravesar el cielo sin su permiso, pero allí solo se encuentra Él, he querido llegar a lo más alto, pero no puedo quitarle el sitio a lo que me ha dado siempre la fe. ¡Dios mío perdóname!, me arrepiento de mis pecados, se que no hice bien en realizar semejante obra de arte sin antes preguntar! ¡He obrado mal, y lo sé!, pararé éstas y dejaré a mi hermosura en paz y tal como está, miraré la luna desde lo alto, sin poderla tocar, observaré las estrellas de lejos, sin podérmelas llevar, y el sol, será mi perdición, pues su luz y esplendor no pueden ser míos, ya que éste sirve de guía para toda una tierra llena de gentes que lo necesitan más que yo.-
Y entonces caí al suelo y comencé a llorar, nada me servía de consuelo, Dios se había enfadado conmigo por intentar quitarle su lugar, y tan siquiera pedirle permiso para poder entrar.Entonces cuando me quedé seco de lágrimas y no podía llorar, me levanté con las pocas fuerzas que me quedaban y anduve hacia la ventana más amplia del salón, miré a mi maravillosa arquitectura, llena de columnas salomónicas de oro y mármol blanco, con grandiosas cúpulas que miran sus barrotes de oro que las corona a cada una de las más grandes estrellas, y justo al retirar la vista, un gran estruendo resonó, se movieron cristales, copas, cuadros, cayeron cortinas, vidrios y lámparas de araña con cristales de zafiro…miré de nuevo aquella obra a la mitad…Y justo al centrar mis ojos en el capitel de la columna central de la puerta, mi torre se desvaneció, llevándose a obreros por delante, a casas que se encontraban cerca del mismo, a barcos de la laguna cercana y animales de tierra y agua.
No pude tocar el cielo aunque lo deseé
No miraré a la luna cara a cara aunque me lo imaginé
No pude quedarme con el sol, aunque luché
Pero mis ansias de tenerlo rápido, de no esperar lo debido, ni preguntar al Todopoderoso por si se podía molestar, hizo que Dios me castigara, que mis obreros no se entendieran entre ellos, y que las bases de la obra fueran vanas y sin sustento
Después de todo eso morí con mis anhelos, y Dios continuó su castigo, pues es imperdonable ser egoísta y actuar con vanidad, sin pensar en las consecuencias de mi rapidez mental…Ahora estoy castigado a coger una a una cada estrella, con mis manos desnudas aunque queman, para bajarlas y podéroslas entregar a los humanos que lloraron por mi grave colapso mental.

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