martes, 16 de octubre de 2012

El mar


Amiga, el mar, qué decir de él que no se haya dicho ya.
El mar, la mar, tan grandes y tan deseados, a la vez que sueño de los poetas, anhelos de los ermitaños, donde el oleaje te lleva y te trae, la calma, el atardecer, las nubes, el agua, los barcos, las gentes, la orilla, las aves. El mar.
Tan inmenso y deseable, esa sensación de paz entre cada poro de tu piel que te arrastra con la felicidad.
Sin embargo, el mar es una veganza, te mira desterrándote de la tierra y cuya profundidad es tan sublime que caer en él dejándose llevar y levar y llevar puede ser tan peligroso como bello es el canto de sirenas para un marinero varado.
Y hablan de marineros sin cesar, que escuchan cánticos lejanos, marineros perdidos, barcos y demás.
¿Qué es un barco en el mar? ¿qué es un pasajero sin rumbo, un vivo sin aliento, una flor sin olor...?
¿qué le falta a esta vida para esa completud? ¿dónde está la orilla y es más: quién es El mar?
Habiendo existido de tantos en tantos que en sus profundidades se ahogaron, se transformó en un mar de muertos, de pasajeros directos al infierno, de almas en pena condenadas a vagar.
Le pagamos el paseo sin saber hacia dónde nos podía llevar.
Nosotros, los condenados, que sobramos en esta tierra llena de espanto y miseria, la luz de la primavera no nos permite llegar al suelo, la ceguera del contraste entre las caderas del día nos deja en el arrastre y una y otra vez volvemos.
Y ya decían que la caverna era distinta, si los ojos se abrían a lo nuevo y para nunca poder volverlos a cerrar.
Las gentes y sus disputas, el aire y la tempestad que se acerca. Yo tanto tiempo ha también de todo aquello, que olvido lo que siempre dije que recordaría.
No se sin manos poder estar si no fuera que de gritos de ellas saliera.
Somos más que tu y yo, lo que nos puede, el oleaje del pasar cada día que vuelve y vuelve de nuevo para de nuevo volvernos a ahogar.
Y mientras busco mi salvavidas, me pongo mi traje barato de bailar la música que la última orquesta llegó a tocar en ese trágico naufragio, que no es en otro sitio, amiga, que en nuestro mar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Que puedo decir? Tu texto me ha dejado totalmente sin palabras, sin metáforas para poder explicar como me he sentido al leer esto. Debemos confiar que algún día (espero que no muy lejano) las aguas ennegrecidas de este símil del lago Estigia se irá clareando con las luces de la luna sumadas a las de un sueño. Las ilusiones muertas de este lago no pueden resucitar, pero si podemos darles el pésamen y dejarlas marchar hacía el lugar de donde nacen los sueños.

Cojamos una barca hecha de palabras, naveguemos con una pluma por remo y una música en el corazón.

Muchas gracias por este texto :)
<33