En el ocaso de la tierra, cuando las áridas zonas del mundo se
encontraban ya casi desnutridas, el ser humano, por así decirlo, y su
andanza por las tierras pedregosas y baldías, habían hecho que los
recursos alimeticios escasearan, y a su vez, los grandes grupos de
humanos que hasta hace unas decenas de años eran millones, tan solo
quedaban unos pocos de cientos.
Animales, una involución vista desde
lejos, las leyes y la visión social de mantener una apariencia se había
roto, carecía de sentido cuando en el mundo tan solo quedaban unos
cuantos luchando de nuevo con piedras y palos por un poco de terreno y
de comida, quizás alguna rata enferma, quizás uno de los pocos charcos
de agua perdidos...
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