miércoles, 29 de enero de 2014

Sueño número 1


Tras haber recorrido todo el camino, llegó hasta el fin de éste.
Andaba distraída mirando al suelo cuando de repente un gran agujero se abría frente a sus pies. Y no solo un agujero sino ciento de raíces que se entrecruzaban sin poder vislumbrar el fondo.
Atónita, giró la cabeza, sentía que los animales le estaban mirando, algún que otro movimiento de un arbusto dejó entrever una ardilla. Salió corriendo despavorida hacia la copa de un árbol.
Ella la siguió correteando entre la hierba, pero volvió a encontrarse con el mismo abismo lleno de raíces.
Ya con interés prosiguió el filo del abismo, con mucho cuidado, claro.
Anduvo y anduvo durante horas hasta que al fin se topó con una enorme pared de piedra arenosa por dónde podía trepar. No era muy alta, pero sí la abertura repleta de raíces se hacía mayor conforme subía.
Con mucho esfuerzo, trepó y llegó a la cima. Se sentó cansada y sin aliento, recostándose hacia atrás dejándose llevar por las copas de los árboles.
Cuál fue su sorpresa que éstos tenían un color azul-verdoso, nada normal para un bosque.
Extrañada, y siempre con mucha curiosidad, se levantó y prosiguió su andanza entre matorrales.
No mucho más tarde volvió a ver el abismo en sus pies y levantando la vista, los árboles no eran sino rojo-anaranjados.
Creía que había perdido la cabeza.
Y de hecho, la estaba perdiendo.

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