jueves, 4 de julio de 2013

Camaleón


Es una forma de supervivencia adaptarse al cambio o morir.
La observación que calla, el inhumano sentido del ritmo que se mueve como una serpiente, los pilares de una casa que se adaptan al viento en un nuevo tipo de forma arquitectónica.
Entonces, sin saberlo cambia de forma, siendo viento y aire, la marea que se traga a los barcos, la tierra por la que recordamos seguir pasando, el fuego en el que nos quemamos y la locura de la masa semiplástica.
Una sonrisa a medias vale para despertar el deseo de la soberbia.
Y nos tragamos el humo como medio de placer.
Había dicho ya, que tan sólo una sensación puede decir que ha sonado un árbol caer, que nunca permaneció en su lugar y que de altos edificios, en alguna parte, han caído las muchedumbres.
Es tan nimio como el tamaño de una pupila, móvil y decadente al cerrar de las pestañas, la conjunción perfecta de la sonrisa del payaso.
Y dime ahora: he congelado el tiempo y no me he dejado llevar.
He conocido a tantos como tú y como yo.
Bienvenido a un mundo donde el teatro es simplemente la realidad.
Y el punto equidistante entre la ficción, el cuento y el mito...

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