Creo que mi problema,
entre otras cosas,
es que soy ese trocito de melancolía vivo
que todo el mundo recuerda de sí mismo
y que quieren volver a tocar.
Ese pedazo de esperanza
de risas, de palabras que quieren oír,
que necesitan oír
esa mano amiga
que desean
pero que no son capaces de mantener.
Y cuando se dan cuenta
de que estoy viva
y que siento,
ya han tocado ese recuerdo de sí mismos
haciendolo tangible
y ya han tenido suficiente.
Y repetir
como una maldición.
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