De las cosas más difíciles de la vida
de las que pueden llegar a existir
son las últimas despedidas,
son los recuerdos,
el tiempo que no hubo
y el reencuentro con uno mismo.
El dolor a veces se hace rabia
la incertidumbre en ira
el miedo en descontrol
y el descontrol, en miedo.
He visto en mis manos lo que quedaba de ti
en lo que me convertí tras tu partida hace más de 10 años
en los silencios ahora entendidos como cobardía
en la defensa que no tuve
en la lucha de ver el mundo como algo a lo que hay que atacar
aunque no haya nada contra ti.
Bajo este paraguas de duelo
entiendo que lo que soy
no son más que nuestros errores.
Quizás te diste cuenta tarde
quizás yo aún esté a tiempo
para quitarme capas y capas de dolor.
Y ahí andamos, perdonando al entender
en ponerme en tu piel
y en dejar que se vayan
todas las consecuencias de este pesar